Proyectos

0.0

1000 lugares 1000 historias

Y vivieron en la realidad para siempre/ Y vivieron felices para siempre

Illusiones expansivas efimeras

Nada es para siempre

Chado (la ruta del té)
La Ruta del té
Monólogos
Deshilando Ovillos Nuevos
Diario (Catálogo de sensaciones)
20 Días especiales -
20 Noches especiales

Entre lo privado y lo público
Chado (La Ruta Del Té)

Desde el 2003, diariamente me tomo un té, guardo las bolsas y muchos de los residuos que deja ese ritual. En cada elemento queda una huella del momento vivido, como una impresión o una especie de captura de la cotidianidad. Y de ahí nace esta serie chadō (ceremonia del té).

Transito en el tiempo sabiendo que cada día es único y lo represento o interpreto con sabores y colores diferentes. Dejo mucho al azar, pero controlo una pequeña parte y busco una armonía entre lo que quiero y lo que puedo obtener.

Los días, la vida transitan y estas bolsas, como mis recuerdos, son casi lo único que permanece constante. Busco caos para seguir sabiendo que estoy vivo y armonía para poder seguir en un cotidiano lleno de vicisitudes.
Paralelos que me hacen debatir entre vivir en comunidad donde no puedo controlarlo todo o el aislamiento como individuo donde regulo una mayor parte.


LA RUTA DEL TÉ
Dejé la serie de té durante un tiempo largo, pero todos los vasos comunicantes me llevan a retomarla.

Y en el 2018 decido seguir retratando en una manera efímera y no del todo controlada mi cotidianidad.

Sigo viendo historias a través de mi diario vivir y dibujo todos los días recuerdos para no olvidar mis días. De esta premisa salen 2 bifurcaciones de la serie de té.

La primera, hago unos dibujos rápidos que retratan un elemento importante sacado de mi cotidiano. Y me funcionan como relojes de calendarios.

En la segunda parte de la serie dibujo cotidianos de otros, reflejando su mundo interior transitando el mundo exterior.


MONÓLOGOS
Los monólogos son más frecuentes que los diálogos. Esto se hace aún más evidente cuando chocan dos culturas muy diferentes, donde el diálogo, así se intente durante un largo período de tiempo, no se puede establecer de una manera espontánea.

A comienzos de la primavera del 2006, unos encuentros repentinos me conllevan a entablar un sin número de monólogos, con un compañero de té.

Un avistamiento a otra cultura, otro ser que, entre palabra y palabra, va formando un monólogo para mezclarse con el mío y querer recrear una conversación.

El límite impuesto involuntariamente por diferencias culturales no permite ir más allá que un simple reconocimiento. Límites que van creando fronteras que sólo el tiempo va modificando y transforma lentamente los lenguajes.

Estas dos bolsas de té son el fruto de largas conversaciones que mantuve durante dos años creando este vínculo. A la par de un centenar de sonrisas, de aromas, de los momentos vividos, fue evidente cómo entender no significaba comprender.
Aquí hay dos apartados, de dos años de conversaciones, la primera es el momento donde los monólogos comenzaron,
la otra cuando terminaron. Fueron encuentros repentinos para poder concluir que la frontera modificó el discurso lentamente, como a su vez el discurso maleó los limites. Con el paso del tiempo, el lenguaje usado era el mismo, bien que se siguieran entablando monólogos.

DESHILANDO OVILLOS NUEVOS
Cada ciudad teje su cotidiano en algo único, dejando que el ojo, que esté dispuesto a ver, aprecie cada rincón, cada suspiro, cada habitante.

Desde finales del 2006, cuando estoy afuera de mi espacio habitual comienzo a dibujar mi día a día. Me tomo un té, mientras reflexiono, observo y plasmo pequeños apartados del espacio donde estoy. Luego recordando y rememorando estos momentos me tomo el tiempo para rescatar de estos dibujos a un individuo y lo tejo en la bolsa de té tomada ese día, con el deseo de capturar lo volátil de los encuentros de personas en una ciudad ligeramente cambiante. En estas bolsas de té quedaron las personas que me cautivaron y dejaron un poco de su presencia en mi recuerdo.

La serie está dividida por ciudades. Las fotos son del fragmento París que consta de 72 bolsas. Cada una de las bolsas de este fragmento miden 15 cm. por 15 cm. (Todas las series están enmarcados en formatos cuadrados.)


DIARIO (Catálogo de sensaciones)
En un diario se escribe, se raya, se pinta, se plasma lo que no se quiere olvidar. Cuando el lugar es nuevo, el diario se convierte en un elemento clave, en un cuaderno de viaje, donde no queremos dejar afuera nada de lo que nos afecta.

Y volví a sentirme tranquilo.

No sabía cómo expresar esto en algo material, no podía escribirlo ni dibujarlo, porque realmente no podía vislumbrarlo. Las sensaciones no pueden regresar, no tienen un orden cronológico, se sienten en el momento justo. Pero las cosas mágicas no son fáciles de materializar. En esta búsqueda de impresiones de momentos efímeros, de sensaciones, comencé a encontrar elementos para que fuera la vida misma quién imprimiera el relato de mi día a día. En una caja de Polaroid comencé a guardar dibujos hechos por mi cotidiano, impresiones únicas e instantáneas. Cada vez que quería hacer un registro del instante deslicé suavemente una hoja de papel en el té, que en ese momento me tomaba.

Cada uno de ellos se iba impregnando de colores, formando un sin número de patrones, de manchas, dejando de ser comunes, para ser registros únicos. Regresar al momento se hizo imposible, pero cada uno de estos dibujos ganó importancia en la medida en que iban creciendo en esa pequeña caja, impregnando cada momento, cada sensación para formar un Diario. Cada página se convirtió en una imagen que fue formando un catálogo de sensaciones para poder ser observadas, y contempladas como instantáneas de emociones. Conforman finalmente una relación desordenada, como un índice dónde todas las hojas son diferentes, aunque parecidas, sacando de lo caótico de lo cotidiano una relación ordenada de algo efímero.

20 DÍAS ESPECIALES - 20 NOCHES ESPECIALES


Cuando conservo las bolsas de té me doy cuenta que estas van perdiendo su color con el paso de los días y la exposición a la luz. El día a día tiene un sinnúmero de eventos que son más o menos irrelevantes y los olvidamos de manera paulatina, como pasa con el color de estas bolsas.

Estos eventos normalmente no tienen tanta trascendencia, pero hay unos pocos que sí la tienen. De esos días comencé a guardar las bolsas por aparte e hice una interpretación abstracta de lo que no quería olvidar. Les hice una foto para que el color no se modificara y quedaran plasmados en un soporte, no sé si para siempre, pero al menos para un rato menos efímero.

En el 2005 se hizo este procedimiento con eventos que pasaron de día. 5 años más tarde se siguió la serie, pero con eventos que pasaron de noche.